Tenía muchos años que no regresábamos al Mercado de la San Felipe. Muchos. Quizá la visita más cercana haya sido hace ¿20 años? Pero esa no fue ni la más lejana ni la más entrañable. Esa visita le corresponde a una realizada quizás en el 75/76. La primera vez que fuimos al ahora mítico Mercado de la Sanfe.
Evidentemente mucho ha cambiado desde entonces. Lo que más agradezco es definitivamente llegar y no oler el poderosísimo canal de desagüe que acompañaba el recorrido del mercado.
Lo segundo que es notorio, al menos para mí; es que el mercado ya no es aquella cosa bonita de chácharas y bisnes raros. Aquel lugar donde encontrabas de todo en cualquier condición y en cualquier situación.
Ahora me parece que es un mercado grande lleno de cosas normales, comerciables y sin mayor personalidad. Poca cháchara y mucha modernidá. Kilómetros y kilómetros de mercado pero poca personalidá chacharera.
Especialmente los negocios que corren a lo largo de los 4 pasillos sobre la Avenida Villa de Ayala.
Lo más cercano al espíritu inicial de la cháchara y herramienta de San Felipe se puede encontrar en los primeros cuadros del lugar. Lo demás es un mercado largo y ya. Cero atractivo y si es posible un pelín caro. Un ejemplo. Un puesto de saldos de Miniso que en su oferta vendía los artículos comprados a Miniso a precios más caros que la oferta en Miniso. Ridículo el asunto.
La pulga, la cháchara, la paca y demás cosas increíbles que se encontraban en el mercado de la Sanfe huyeron del barrio.
Triste el asunto...
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