El tequila es sin duda una de las bebidas más representativas de México, su sabor de carácter fuerte y su versatilidad lo han llevado a traspasar fronteras. Este destilado de origen tapatío además de contar en su historia con una importante lista de reconocimientos, su proceso de elaboración es uno de los más largos e importantes, ya que su producción puede llevar hasta 9 años.
El nacimiento de una tradición
Antes de que el tequila llegue a los paladares de todo el mundo, este lleva un proceso de producción que dura alrededor de 7 y 9 años, que inicia con la plantación del agave tequilana Weber Azul, siendo esta la materia prima para la elaboración del destilado. La planta que alcanza su madurez a los 7 años debe cumplir con ciertos estándares que consisten en que su cultivo debe ser realizado dentro de la zona geográfica con denominación de origen y estar registrada en un organismo de certificación de tequila.
Cuando el agave llega a su punto máximo de maduración el trabajo del jimador es fundamental pues consiste en que a través de una herramienta llamada Coa, estos realizan el corte de las hojas de agave para dejar el corazón de la planta, la cual llega a pesar hasta 75 kilogramos y es trasladada en camiones hasta las casas tequileras donde se llevarán a cabo diversos pasos para obtención del producto final.
El siguiente paso después de su recolección es la cocción, ya sea de modo tradicional colocando las piñas en un horno de ladrillo u hormigón al que se aplica una temperatura de 60 grados durante 24 horas o el método moderno donde se deposita la materia prima en un autoclave de acero inoxidable aplicando una temperatura de 105 grados. Con esta acción se logra la hidrólisis de los azúcares.
Una vez alcanzado el proceso de cocción llega la extracción del jugo de agave utilizando el método antiguo, que consiste en poner las piñas cocidas en un disco de piedra con orificios en la parte inferior para después ser trituradas por una piedra redonda llamada tahona o los molinos de acero, que facilitan la extracción y evitan la pérdida de azúcares inyectando agua a presión directamente.
El zumo recolectado se vierte en gigantescas tinas que pasan a una sala de fermentación permaneciendo 72 horas para obtener de los azúcares el alcohol etílico apto para el consumo humano.
Una vez finalizada la fermentación, el líquido pasa a las columnas rectificadoras que tienen la labor de desmenuzar o destilar, teniendo como resultado un zumo que será recolectado en tanques y bombeado hasta un área de almacenamiento.
Por último el tequila obtenido es guardado en barricas de madera y dependiendo del estilo que se desee este se reposa de 1 a 36 meses.
redacción
El nacimiento de una tradición
Antes de que el tequila llegue a los paladares de todo el mundo, este lleva un proceso de producción que dura alrededor de 7 y 9 años, que inicia con la plantación del agave tequilana Weber Azul, siendo esta la materia prima para la elaboración del destilado. La planta que alcanza su madurez a los 7 años debe cumplir con ciertos estándares que consisten en que su cultivo debe ser realizado dentro de la zona geográfica con denominación de origen y estar registrada en un organismo de certificación de tequila.
Cuando el agave llega a su punto máximo de maduración el trabajo del jimador es fundamental pues consiste en que a través de una herramienta llamada Coa, estos realizan el corte de las hojas de agave para dejar el corazón de la planta, la cual llega a pesar hasta 75 kilogramos y es trasladada en camiones hasta las casas tequileras donde se llevarán a cabo diversos pasos para obtención del producto final.
El siguiente paso después de su recolección es la cocción, ya sea de modo tradicional colocando las piñas en un horno de ladrillo u hormigón al que se aplica una temperatura de 60 grados durante 24 horas o el método moderno donde se deposita la materia prima en un autoclave de acero inoxidable aplicando una temperatura de 105 grados. Con esta acción se logra la hidrólisis de los azúcares.
Una vez alcanzado el proceso de cocción llega la extracción del jugo de agave utilizando el método antiguo, que consiste en poner las piñas cocidas en un disco de piedra con orificios en la parte inferior para después ser trituradas por una piedra redonda llamada tahona o los molinos de acero, que facilitan la extracción y evitan la pérdida de azúcares inyectando agua a presión directamente.
El zumo recolectado se vierte en gigantescas tinas que pasan a una sala de fermentación permaneciendo 72 horas para obtener de los azúcares el alcohol etílico apto para el consumo humano.
Una vez finalizada la fermentación, el líquido pasa a las columnas rectificadoras que tienen la labor de desmenuzar o destilar, teniendo como resultado un zumo que será recolectado en tanques y bombeado hasta un área de almacenamiento.
Por último el tequila obtenido es guardado en barricas de madera y dependiendo del estilo que se desee este se reposa de 1 a 36 meses.
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