La mini producción gastronómica en serie de Oaxaquita. En la Guerrero

Tlayuda...for export

El caso con determinadas cosas es que son un cliché y alegremente lo asumen. 

Eso está bien, pero no para todos.

La receta es sencilla. Tómas lo más conocido de alguna gastronomía de moda (aplica para cualquier segmento, no sólo gastronomía). Le construyes una estética ad-hoc, ya sabes, con el huacalito de madera, el pocito de peltre, el traguito "artesanal", la florecita en la macetita, los cuadritos de los artistas incomprendidos colgados en las paredes (convenientemente el local está dentro de una casa vieja en la Guerrero), las banquitas y la mesita de madera vieja, la más vieja que hayas podido encontrar... 

Et voila!. Tienes ya un lugar romanticoide, artesanal y con harta tradición gastronómica. Ala Condesa pero en la Guerrero. Los precios en los platillos son los que emparejan el nivel aspiracional.

 

Por la comida ni te preocupes. Con esa puesta en escena puedes ofrecer los éxitos de la comida oaxaqueña a precio de Condesa. La calidad no importa, la mantienes a buen nivel pero tampoco sin exagerar. Ya escogiste los platillos mulita que te mantendrán en el gusto de la gente conocedora.

Y eso es lo que ofrece Oaxaquita, en la Guerrero. Los platillos hit de la gastronomía (cuando menos los más conocidos y populares) oaxaqueña. Tlayudas, mezcal, tejate y otras cositas. Entomatadas, enfrijoladas, enmoladas, total, todo es igual y en el folklore todo se parece. 

Adivinemos...

Lo que tienes en Oaxaquita es el equivalente a McDonald´s, con sus debidas proporciones. No hay cocina, no hay gastronomía. Sólo son platillos en serie. Si imagináramos por un momento un modelo de producción en serie, pero en pequeño, eso sería Oaxaquita.

No hay sabor, no hay sazón.

A visitar  bajo gusto y riesgo culinario de cada quién. 

Nosotros no regresamos.