El primer indicativo es el olor.
Te lo venden como chorizo.
Evidentemente es un embutido y de los más baratos. En el súper a mí me costó $28 varos. En su página comercial el precio indica: $30. El rango de precio oscila un poco entre esas cantidades.
La descripción del producto ajusta más a lo que en realidad es.
Hagamos énfasis en: Carne de cerdo, grasa de cerdo, aceite vegetal parcialmente hidrogenado, mezcla de chiles, especias, ajo, lactato de sodio, acetato de sodio, condimento (extracto de levadura, glutamato monosódico, saborizante natural y dióxido de silicio con antiapelmazante), sal yodada, cebolla en polvo y nitrito de sodio.
Es obvio que un particular olor va a estar presente al cocinarlo. Y con esos ingredientes el sabor va a ser algo particular.
Si le quieres jugar al chef con ese chorizo vas a tener que integrarle más de un aditivo extra.
Sin temor a equivocarme el olor y el sabor son algo que encuentras en un gran porcentaje de los puestos de comida callejera de cualquier ciudad de México. Y no, no es exclusivo del segmento. Lo hemos encontrado en más de un restaurante establecido. Barato y más o menos rendidor es la opción obvia del comerciante.
En las fritangas se entiende. Te venden cada cosa que dios guarde la hora. ¿Pero en restaurantes establecidos? ¡¡Hombre no hay que ser!!!
Pero dirían por ahí:"¿wey, que esperas por 28 pesos?"
Y justo ahí es donde la puerca tuerce el rabito.
28 varos...
No vamos a esperar encontrar ingredientes top en algo de 28 varos. No en productos de factoría.
Pero si nos movemos tantito, somos pacientes y nos gustan las buenas cosas, es posible encontrar soluciones definitivas a la comida industrial.
Por 28 pesos en algunas carnicerías encuentras chorizo o longaniza de buen sabor e ingredientes a ese precio. Un cuartito quizá.
Es sólo cosa de alejarse de las opciones tan a la mano...
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